Nunca me atrajo “explicar” los
cuentos, pero en este caso, como vi que la crítica había pasado por alto algún detalle,
me dedicaré a expresar lo que quiero que vean.
En primer lugar, el cuento es una
distopía indirecta: distopía porque si bien hay avances tecnológicos, la visión
negativa para el ser humano de esa sociedad se da en el correr del cuento y la
trama descripta no es un compendio de enfrentamientos al sistema, sino que el
personaje acepta, sin agrado, pero acepta lo que le ha tocado vivir.
Ahora bien, no me gustan los
personajes débiles, me gustan los personajes fuertes, pero si era distopía
indirecta como me había propuesto realizar desde un principio, ¿Cómo lograrlo sin
enfrentamiento? Y seguir siendo una distopía indirecta…
Pues la idea me daba vueltas en
la cabeza y no tenía respuesta, hasta que un día, me levanté muy temprano y
escuché el canto de un pájaro y para mí fue sublime. Entonces inmediatamente se
resolvió el caso.
Sería una distopía indirecta, el
personaje no se levantaría contra el sistema, pero, detrás de todos los cánones
siempre hay una conspiración. “La Resistencia” es un recurso muy utilizado, que
casi siempre dio buenos resultados. Y como esa Resistencia se llame “Nostromo”
el resultado sería asegurado. ¿Por qué Nostromo? Bueno, es un guiño a la nave
espacial ficticia que aparece en la película Alien, el octavo pasajero. El
nombre de la nave a su vez fue tomado de la novela homónima del autor inglés de
origen polaco Joseph Conrad "Nostromo. Una historia del litoral".
Entonces ese Nostromo, haría que
nuestro personaje que no quería levantarse contra el sistema, termine
conspirando, tal vez sin darse cuenta al principio. Y lo que empezó como
indirecto, terminaría como directo.
En segundo lugar, hay un tema de
robo de información del futuro hacia el presente. Robo de materiales y de
tecnología.
En tercer lugar, hay un tema
genético, donde los dos personajes masculinos, son gemelos engendrados por el
mismo cigoto, pero si bien, se ven iguales, no se reconocen hermanos. No existe ese
sentimiento filial de los hermanos.
Véase además toda la temática sobre
la contaminación sonora de los avisos callejeros, las actualizaciones sexuales
de una prostituta y la estupidez mediática de los celulares, arraigados en la
sociedad masa, gris y sin conciencia que caminan como una mentalidad enjambre
por las veredas. Y de paso, toda la gama de drogas que son consumidas
legalmente.
Mónica Marchesky
Publicado en Ruido Blanco 5 Cuentos de Ciencia Ficción de autores uruguayos.
SENTIDOS ALTERADOS
Una angustia inexplicable lo atrapó justo en el momento que terminaba el diseño molecular del VR16, un aislante que tenía la cualidad de reconstituirse. El mismo sería utilizado para proteger los parches delanteros de las ruedas de los vehículos, actualmente vandalizados. Tenían un sistema de flotación muy costoso que vendido en el mercado negro, era el negocio de los deslizadores y de ladrones tecnológicos de todo lo que se mantenía suspendido.
Una angustia inexplicable lo atrapó justo en el momento que terminaba el diseño molecular del VR16, un aislante que tenía la cualidad de reconstituirse. El mismo sería utilizado para proteger los parches delanteros de las ruedas de los vehículos, actualmente vandalizados. Tenían un sistema de flotación muy costoso que vendido en el mercado negro, era el negocio de los deslizadores y de ladrones tecnológicos de todo lo que se mantenía suspendido.
Silencio, oscuridad total y el olor a
humedad de las paredes de la casa de 25 de Mayo 678, escondido debajo de la
cama, las baldosas frías pegándose a su piel. Sabía que ese era el último
recuerdo que saltaba antes de ser borrada su memoria inmediata. La utilización
de humanos modificados genéticamente era un recurso muy apreciado por las corporaciones
que trataban de resguardar sus fórmulas de materiales creados en laboratorio. Cada
vez que se llegaba a un nuevo material, más resistente y comercializable, los
técnicos que habían estado en el proyecto, debían de pasar por un “puesta a
punto”.
Los movimientos que realizaba, eran
repelido por minúsculas cucarachas electrónicas que lo mantenían prisionero
como en una red. No podía asociar una idea, pero lo dominaba la euforia neurotransmisora
de la adrenalina. Un frío de muerte le invadió el cerebro. Ya había pasado por
esto otras veces, entonces, abandonó su resistencia y dejó que los pequeños
monstruos trabajaran.
En un instante las cucarachas metálicas
lo liberaron y se encontró solo, en una habitación muy clara. Los elementos que
lo rodeaban, se habían retraído hacia las paredes, piso y techo.
Las
pocas imágenes que habían surgido, se fueron tan rápidamente como
llegaron. Sintió cómo las redes neuronales
se comunicaban, tratando de buscarse, de conectarse, de sobrevivir en su cabeza.
Primero fue la asociación de palabras a
imágenes, luego el reconocimiento de distintos lenguajes. Sintetizó y
comprendió los algoritmos de análisis de fotografías, diagramas y videos,
memorizó las técnicas para el despliegue visual de información cuantitativa y
estructurada.
En la sala de recuperación encontró su
ropa, se miró al espejo de cuerpo entero y si bien conservaba buena
musculatura, sus ojos denunciaban cansancio. Luego de vestirse, se colocó la
gabardina negra que se le adhería al cuerpo y era su sello distintivo y salió a
la noche.
La calle era un mar de coches
suspendidos a una altura de un metro sobre el nivel de la vía. Una leve
llovizna caía como una cortina impenetrable. Muchas luces de neón abrazaban un crepúsculo
azul-rojizo. Algunos coches llevaban “enganchados” por cables a jóvenes en
patinetas. Esto era todo un problema para los automovilistas. Las bandas
urbanas utilizaban este método para robar el material de las ruedas delanteras de
los vehículos, que mantenían el equilibrio. Drive metió las manos en los
bolsillos de la gabardina y encontró un plástico holográfico con una invitación
a un evento. Rasgos asiáticos le proponían una velada inolvidable en el “Pavo
Verde”.
Recordó a Nanette, una prostituta de
unos treinta años, como él, que había
conocido hacía algunas noches en un bar. Buscó el luminoso y lo divisó entre un
mar de avisos de refrescos energizantes. Un par de gorilas musculosos estaban
en la puerta, mostró su invitación y sin mirarlos, entró. El lugar era de una
altura incalculable, las gradas se elevaban como escaleras hacia el techo, en
forma de cola de pavo real y allá arriba, sobre un pedestal, estaba la mujer,
con un vestido blanco ajustado al cuerpo y salpicado de rosas rojas. Un tocado
de plumas blancas y verdes, artificiales, coronaban la cabeza castaña de
cabellos sueltos hasta la cintura. Toda ella era una especie de muñeca que se
mantenía tiesa sobre unos treinta metros. Allá abajo y a su alrededor, la
multitud en silencio escuchaba su voz de pájaro herido. Toda la escena bañada en
luces difusas, hacía el ambiente irreal, como si los espectadores fueran un
cementerio de almas amontonadas y grises a la espera de la salvación. En pocos
minutos, la música melancólica, dio paso a un ritmo electrónico y las rosas del
vestido, saltaron hacia la multitud. Los hombres comenzaron una lucha por atrapar
las rosas ya que en realidad eran la última versión de Nanette que ajustadas a
sus relojes electrónicos, los harían vivir una experiencia sexual inolvidable. El
emisor transmitía una sola vez y luego se desintegraba, pero valía la pena
entrar en una trifulca por un acto sexual virtual con una puta asiática.
Salió nuevamente a la calle, sin su
rosa. Los luminosos emitían sonidos en distintas frecuencias. Hombres morenos
abrazaban a imberbes adolescentes, promocionando una fragancia de abeja
transgénica de color dorado. Seres andróginos y albinos manifestaban con gestos
que el salmón de la india era el mejor afrodisíaco. Mujeres latinas, de anchas
caderas y enormes senos eran ridiculizadas, como yeguas al matadero, en una
orden de mal gusto. En contraposición hacían su entrada mujeres lampiñas, de
una languidez increíble y estúpida mirada provocadora. Translúcidas de tan
blancas, la boca pintada de rojo intenso, hacía que los hombres deliraran como
una fruta jugosa donde colocar su humanidad. Los sentidos eran excitados al
límite a través de los luminosos, despidiendo aromas afrodisíacos, y sonidos
subliminales. Todo este festín, agregados los roces electrónicos entre los
coches y los piquetes de los enganches, le pegaron en el estómago. No podía acostumbrarse a la
contaminación sonora. Se colocó sus protectores auditivos y visuales. Era una
experiencia distinta, el hueco de los luminosos, ahora grises se multiplicaba
en la calle como nichos de muerte. Mientras en las pequeñas aceras, la especie
humana, como una masa silenciosa, discurría su vida conectada a mundos
mediáticos…
Recorrió un trecho antes de llamar
desde el teclado incrustado en su brazo a Tjor, su gemelo, reconocido por su
musculatura y una voz profunda. Tjor estaba embarcado en un proyecto de robo de
tecnología industrial del futuro. Quedaron de verse en el bar de siempre. Había
salido hacía unos días de una misión y no se encontraba muy bien. Andaba
errático, malhumorado, irritable, pero aceptó verse con él. Desactivó su
bloqueo sonoro y visual ya que dentro del bar no era necesario. Además, el
ambiente era un antro en el que Drive se sentía muy a gusto. Fumadores de
distintas hierbas se aislaban en cubículos de vidrio con una boca que se abría
hacia el techo a cielo abierto. Parecían inmersos en nubes, conversando
animadamente, absorbiendo cada uno su propia medicina. Marihuana, Fenciclidina,
Éxtasis, Mescalina, Lsd se visualizaba en la puerta de cada elemento aislante.
Tjor se sentó
a su lado en la barra de madera protegida por un polímero sintético, lo miró a
través de la franja espejada detrás del barman.
-¿Cómo
te sientes? –preguntó Drive
-Como
si me hubieran incrustado agujas en el cerebro –contestó Tjor y ¿tu? Supe que
estabas en laboratorio de diseño.
-¡Eufórico!
como si hubiera ingerido una gran dosis de droga alucinógena.
-Es
natural, después de la “puesta a punto” –contestó Tjor sin mirarlo.
-Sí,
no me acostumbro –dijo Drive a la vez que un golpe de imágenes lo asaltó. Se
sintió flotar y reconoció la tarde de un día cualquiera en un pueblo
cualquiera. Recordó la cara ingenua de una adolescente y el fervor de las
hormonas fluyendo a borbotones, derramándose en el interior de un coche,
mientras un atardecer rojo furioso lograba insertarse entre sus ojos hasta desaparecer.
–Tengo recuerdos- agregó.
-Yo
también, pero los míos son con las malditas placas cerámicas superconductoras
industriales, me transportan a una experiencia virtual, donde los sentidos
están alterados en forma sintética.
-Mis
recuerdos están mezclados no los reconozco –dijo Drive dubitativo- de una
invasión alienígena…-agregó.
-Me
encuentro con una maquinaria extraña que me recorre con sus garfios fríos y
metálicos, hasta que comienza a incrustarme en la carne, agujas y es cuando el
grito me traslada de nuevo a mi punto de origen –dice Tjor.
-Los
alienígenas son seres de aspecto terrorífico, sin ojos, con grandes garras y
una cola como pivote. Con una descarga eléctrica de esa cola puede quemarte las
entrañas. No tienen piel como la nuestra, son como escamas que forman una capa
protectora. Las escamas se comportan de forma increíble ante un láser, se funden,
se aglomeran en colonias –siguió Drive en soliloquio.
-La
experiencia me resulta excitante, entonces
mi curiosidad me lleva a utilizar otra vez las malditas placas; pero en la
última incursión, la máquina me plantó órganos y dispositivos electrónicos,
transformándome en un miserable cybor, híbrido con poderes especiales. No puedo
hacer más una vida normal Drive…los dispositivos son muy adelantados para la
época en que vivimos y tengo un conflicto temporal que no puedo resolver.
-Puede
que en algún momento te alcance una actualización de diseño de las placas.
-los
órganos implantados son como carbones, no funcionan en este ambiente. En algunos
espacios cuánticos se pueden ajustar, pero…
-Los
alienígenas –continúa Drive retomando su pensamiento- se reproducen a través de
huevos ciliados y una campana que utilizan para trasladarse como un gran pulmón
que los impulsa –sigue, cada vez más animado-. Quiere escupir todo aquello,
sacárselo de encima.
-Pueden
ser imágenes basura –acota Tjor, sin interés, bebiendo su copa verde humeante.
-El
pulmón impulsor se transforma luego en cerebro, los cilios en prolongaciones
eléctricas que terminan en su cola y el huevo es el cuerpo, su transformación
es tan rápida que no me deja lugar a dudas que son colonizadores.
-¿Cuánto
tiempo hace que estás con los diseños de materiales? –Pregunta Tjor. Me han
comentado que los recuerdos que insertan las máquinas son aleatorios, puede que
ni te pertenezcan, que sean sacados de la base de datos global.
-Creo
que ya es hora de retirarme, me ha quedado demasiada basura sin barrer. Los
autómatas no están haciendo bien su trabajo. Además, me han instalado la
actualización RB5 y me han dado un instructivo por si me asalta la idea de auto-
eliminarme. Drive apuró su trago azul, donde se manifestaban imágenes de
galaxias.
-Nunca
estuve con los diseños de materiales, lo que te puedo decir es que estos viajes hacia el futuro me están contaminando.
Tal vez me encuentre con tus alienígenas
–bromeó Tjor.
Siguieron un rato más vaciándose de
fantasmas, uno eufórico, otro deprimido; habían nacido de ambientes incubados, fecundados
por un mismo cigoto, por lo que todos esos recuerdos, sin duda no les
pertenecían. ¿O sí? Se reconocían idénticos, pero no se sabían hermanos. Luego,
se fueron cada uno por su lado, sin saludarse, tal vez se encontraran otra vez,
tal vez no.
Al ingresar a su vivienda, y pasar por
el reconocimiento facial, se encendieron automáticamente en las paredes, avisos
de productos salidos al mercado en las últimas horas. Un informante se debatía
entre dos noticias: un terremoto que había arrasado las costas de Sudáfrica y
una asonada con bombas químicas en Medio Oriente. Ya ni se sabía por qué motivo
se enfrentaban en esa zona, pero el conflicto seguía en un interminable y
grotesco evento aparatoso. Las grandes potencias se habían retirado de la zona
de conflicto hacía ya mucho tiempo, aislándola, pero aún se seguían emitiendo
noticias al respecto. Se dirigió directamente a la sala de protección. Era
imposible desconectar los elementos electrónicos. Había toda una industria para
burlar a las cámaras, a las pantallas, a los micrófonos y autómatas que se
habían metido en las casas. Drive, como la mayoría, se había hecho construir un
espacio libre de sonidos y de ojos vigilantes. Estaba prohibido salirse del
sistema, pero con software que mantenía atento a las cámaras, estaba seguro de
tener la tranquilidad que necesitaba. Se había desarrollado una fiebre por
verlo todo, por controlar lo que todos hacían: dónde iban, que comían, a qué
velocidad debían conducir, si caminaban o corrían, que ropa usaban. La sociedad
opresiva no dejaba más que transitar por caminos ilegales. Robos y asesinatos
siguieron existiendo, con distintas modalidades y recursos. Sin duda era la
adaptación al hábitat la que los mantenía vivos.
En su zona de confort, Drive se preparó
algo de comer, envasado como casi todo lo que se consumía. Los alimentos
transgénicos dominaban el mercado. Drive había nacido en ese ambiente, no
conoció el “natural” que esgrimían los archivos antiguos. Se había
discontinuado el software que detectaba la secuencia natural del ADN de los
productos, ya no era necesario, la secuencia “implantada” era ahora la
“natural”.
Pensó en una mujer y un niño que lo
estaban esperando en casa. (Aunque sabía que esos recuerdos no le pertenecían,
ya que los había comprado a bajo precio en el mercado negro latinoamericano, se
habían transformado en propios). Pronto terminaría el trabajo “extra” por el
que había sido contratado por dos años. Era mucho tiempo fuera de casa. Uruguay
era un lugar muy lejano a este EURSS, que se había creado luego de la
unificación de Estados Unidos y Rusia.
La última vez que vio a Tjor se
tambaleaba como ebrio y no lo reconoció. Su rostro era mitad máquina, mitad sintético.
Sus manos eran muñones con agujeros, como la boca de una ametralladora.
Después de unos días de descanso, Drive
fue llamado nuevamente al centro de diseño. Su implante con una inteligencia superior,
fue activado. Esta vez el material a diseñar, era una forma de escudo, como
escamas azules que se superponían unas a otras. El proyecto le fue presentado
en forma holográfica, querían hacerlo más resistente al que se tenía
actualmente, pero Drive, a través de sus visiones y recuerdos implantados ya
tenía parte del trabajo desarrollado.
Un coche lo recogió en la puerta, no
había dormido bien la noche anterior. En la grabación de su familia, pasada una
y otra vez, había algo distinto. Pensó que la última actualización no era la
correcta, porque al terminar de compartir con ellos una mañana de verano en el
jardín, junto al lago, como tantas otras veces; se hizo oír de pronto el canto
de un pájaro que no había escuchado antes. Era un sonido monótono y repetitivo,
pero no desagradable.
Su implante con una inteligencia
superior, le fue activado. Esta vez el material a diseñar, era una forma de
escudo, como escamas azules que se superponían unas a otras. El proyecto le fue
presentado en forma holográfica, querían hacerlo más resistente al que se tenía
actualmente, pero Drive, a través de sus visiones y recuerdos implantados ya
tenía parte del trabajo desarrollado.
La sesión de diseño fue agotadora,
apenas pudo dormir en tres días unos pocos minutos. Los escudos resultaron lo
que se esperaba y pasó a la habitación de “puesta a punto”, como siempre, como
desde que tenía razón de sí mismo. Solo que esta vez las cucarachas no lograron
borrar las fórmulas, las conexiones, los materiales desarrollados seguían en su
cabeza luego de que se encontrara debajo de la cama de la casa húmeda de la
calle 25 de Mayo 678. Ese siempre había sido su último recuerdo, pero esta vez,
todo seguía allí, como seguía en su cabeza el canto del pájaro con su código.
Al salir a la calle, no llovía, una niebla era partícipe de su desconcierto. No
llamó a Tjor, sabía que sería inútil. Se paseó entre la gente, se dejó
arrastrar por la masa babeante que se derretía ante sus visores de colores.
Llegó al bar de siempre, pidió su trago azul, como siempre, se detuvo a
observar a su alrededor, todo aparentemente seguía allí.
En un momento se le acercó un hombre
esmirriado y con lentes casi invisibles, conectado a la red y le extendió un
auricular. Se solía compartir todo tipo de información con desconocidos, era
natural, la red era muy amplia y libre, así que Drive se colocó el auricular a
su oreja derecha y entonces el código del pájaro se hizo sentir, esta vez con
más intensidad y se desplegaron ante sus ojos los recuerdos de la última sesión
de diseño. Vio cómo los seres ciliados y sin ojos lo manipulaban, lo conectaban
a máquinas y tubos que nunca, luego de la “puesta a punto”, había recordado.
Eran los seres colonizadores de sus visiones, eran los alienígenas que había
visto en sueños, los mismos que necesitaban un escudo más fuerte para sus
trajes. Al instante otro hombre, también esmirriado, pero más joven se le
colocó a su lado y entre los dos hombres le dijeron: Bienvenido a “Nostromo”,
somos la resistencia -agregaron.